RECONOCIENDO A WALSH

El Auditorio está colmado. La inmensa mayoría de las caras no supera los 20 años. Escuchan con atención: “Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.” La voz de Hernán Vaca Narvaja, periodista y escritor recupera otra voz, acaso lejana en el tiempo. Pero actual, para esos rostros, de estudiantes que asisten a la tercera jornada de la Bienal de Periodismo y Comunicación que se desarrolla en la Facultad de Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba.

Por Roy Rodríguez Nasser

Hernán Vaca Narvaja es egresado de la vieja Escuela de Ciencias de la Información. Sobre el escritorio, junto al micrófono, hay una pila de libros de bolsillo recién editados por la Universidad de Río Cuarto. “Rodolfo Walsh, Testamento”, es una crónica, una pequeña línea de tiempo, un legado sintético y luminoso. Su página central, ofrece una foto en blanco y negro. Walsh posa junto a Lilia Ferreyra, su compañera. No lleva anteojos. “El testamento de Walsh es Operación Masacre”, dice y escribe Vaca Narvaja. Comparte la mesa Mariana Minervini, Candelaria Stancatto y Diego Moreira. Todos recuperarán a Walsh y a su tiempo. Su legado.

“Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios”,  escribe Walsh. Ese primer Walsh, escritor de novelas policiales, de las que dice arrepentirse, es antiperonista, gorila y reivindica a su hermano aviador, piloto de la Marina que bombardea la Plaza de Mayo en 1955. Paradójicamente será 1955 un año donde la vida y la obra de Walsh iban a cambiar. La caída de Perón y los fusilamientos de la Revolución Libertadora cambiarían su vida y su obra.

Para Vaca Narvaja, la formación de Walsh como escritor de novelas policiales será determinante en la redacción de lo que será Operación Masacre. Un fusilado que vive. La idea de la primicia que se arrugará en sus bolsillos primero, para convertirse en “la obra maestra del periodismo universal”, años más tarde.

Cuando su cuerpo caiga ensangrentado  ante la emboscada militar en la esquina de  Entre Ríos y San Juan, el 25 de marzo de 1977 habrán pasado apenas 20 años desde la primera edición de Operación Masacre. “Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez”, lee Vaca Narvaja. La sensación es que el tiempo es apenas una ilusión.

Releer a Walsh, sus relecturas, nos permiten encontrar otras aristas, que muestran la riqueza de sus textos, afirma Vaca Narvaja. Esos textos que abarcan toda la dimensión ética y social del periodista y el escritor.

El Caso Satanowsky, apunta, tiene una tremenda una actualidad; las denuncias de sobre el Estado y sus submundos espías sigue vigente. También la injusticia sistémica. “Instantánea de un juez, bien puede ser el retrato del juez (Claudio) Bonadío; cuando leemos el capítulo Retrato de un general, podemos pensar que está hablando de Gustavo Arribas y en Retrato de un Aventurero bien podría describir a (Marcelo) D’alessio.”

Operación Masacre, repasa Vaca Narvaja, fue ante todo una obra que iba a crear un género, una década antes de la aparición de A Sangre Fría de Truman Capote. El género de no ficción en donde Walsh emprende un proceso de persecución minuciosa del dato, pero, a su vez persigue un estilo en cada reescritura. “Desde sus primeras publicaciones en la prensa marginal a la versión final del libro, la escritura va cambiando. Incluso, en su primera versión, incluye un capítulo donde dialoga con Sarmiento y con Hernández, aunque después lo descarta”.

Escribir en los márgenes parece el destino de gran parte del periodismo de investigación. Vaca Narvaja, afirma que quizás también hoy el periodismo de investigación en sus versiones más serias también estén en los márgenes, lejos de los medios masivos, difundidos a través de blogs y de redes sociales. Da el ejemplo de El Cohete a La Luna, de Horacio Verbitsky. Aventura a afirmar que quizás sean los libros como objeto los que revalorizan este tipo de periodismo. ¿Cuál sería el destino de Operación Masacre si no se hubiese convertido en libro?

Vaca Narvaja vuelve a Walsh y a su obsesión por la exactitud de los datos y la precisión en la escritura. “Patricia, su hija,  me contó que una vez llegó al departamento de su padre. Rodolfo había tendido hilos en todo el departamento. Esos hilos representaban la trayectoria de las balas que habían matado a Rosendo García en la confitería La Real de Avellaneda. Esa minuciosidad en la investigación, en la reconstrucción de los hechos, le permitió demostrar que Rosendo recibido un tiro por la espalda. Y que el que había disparado era (Augusto) Vandor”. Quién mató a Rosendo es también parte del legado.

Los rostros jóvenes escuchan. Preguntan. Algunos tienen la edad a la que Vicky, la hija de Rodolfo Walsh, murió perseguida durante la Dictadura. La edad de los rostros de las fotos de los estudiantes de Comunicación desaparecidos, que miran desde lo alto de la sala. “Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria”, escribió Rodolfo. Walsh. El periodista. El militante. Su palabra perdura, a pesar de la emboscada de 25 de marzo de 1977. Es su legado. “Dar testimonio en tiempos difíciles, es legado”, dice Vaca Narvaja. “El legado de la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar: confrontar con el discurso del poder, con el discurso hegemónico para buscar una verdad, esa verdad que contribuya a liberarnos como pueblo”.

Sobre Hernán Vaca Narvaja: Egresado de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, es autor de “Ave César, la caída del último caudillo radical” (Narvaja Editor, 1995), “El Candidato. Biografía no autorizada de José Manuel De la Sota” (Sudamericana, 2001) y “Las cuatro muertes de Nora Dalmasso. La trama oculta del crimen del country” (Del Boulevard, 2008); Masetti, el periodista de la revolución (Sudamericana 2017). Premios ADEPA Derechos Humanos (1997) y Rodolfo Walsh (2012). Dirige el la Revista El Sur.